Escribir un poema, significa plasmar en verdad los deseos de quien lo redacta; ya todo sentimiento anexo a la realidad se baña de sufrimiento al verse muerto antes de tan siquiera nacer, dejándole un gran vacío al deseo y postrando en una silla vieja a la ilusión. Cuando nuestros corazones están a la tanjente de alegrías sabe bien mezclar en un mismo contexto lo amargo de un trago puro, aspero, fuerte... el apacible y dañino humo del tabaco... que blanco y amenazante va marcando nuestras gargantas, haciéndonos recordar en cada pitada lo duro que es tragarse los problemas con destino a nuestra decepción... y la música de algún desconocido trovador que con sus canciones, va a relatar sin conocernos exactamente como es que nos sentimos... y es aun mas doloroso para el ego... darse cuenta que alguien que jamás nos miro a los ojos, hace las veces de adivino... y nos conoce más que nosotros mismos, aunque en ese preciso momento estemos frente al espejo de nuestras verdades.

Los bohemios, son en definitiva soldados del presente y guardianes del ayer, predestinados a contar anécdotas de sus vidas pasadas y a pronosticar sufrimiento en los demás, como cuando leen ojos palpables de dolor... iguales a ellos. Son amantes de la noche y de un buen trago, firmes soñadores de ilusiones y licenciados de una dura vida. La bohemia esta hecha para hombres de corazón noble, que buscan esperanza en las cosas que hacen, son diplomáticos del vaso y búhos ilustres de bosques oscuros de donde provienen tentaciones que fielmente reconocen por la experiencia... su sexto sentido. Un verdadero bohemio es capaz de soñar despierto y de ilustrar en su mente un habitad perfecto en donde convivan deseos, ilusiones, hechos y corazón.

Lucho Feijoo.

Lima- Perú.

luisfeijoo@hotmail.com